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1, 2, 3….oremos. Música y religión en la campaña de la CABA

Ilustración de Milagros Torreblanca, Pasión.

Ilustración de Milagros Torreblanca, Pasión.

Me desayuno leyendo Disfrutemos BA, la publicación de distribución gratuita que el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires reparte en bares del centro, donde veo que el domingo 15 de septiembre se realizó la segunda edición de BA del Encuentro: festival de música, gastronomía y cultura religiosa. La triada de música, comida y religión, a lo largo de la historia de la humanidad, es más que rica. Ese vínculo ha sido materia de estudio de historiadores, musicólogos, investigadores y todo aquel interesado en analizar la relación entre el hombre y su supervivencia, sus placeres, el arte y su relación con la trascendencia.

Pero, enterarnos de este encuentro, desarrollado en la Costanera Sur de Buenos Aires, en el marco del debate por la Emergencia Alimentaria en el Congreso, las ollas populares en los barrios, la represión en el acampe frente al Ministerio de Desarrollo, durante la profunda crisis que vive la Argentina, resultado de las políticas económicas llevadas a cabo por el gobierno de Cambiemos, como mínimo, incomoda.

Enmarcado en la campaña electoral en CABA, el último bastión macrista en pie (con Córdoba), este encuentro nos convocó a los porteños, con la sonrisa de Rodríguez Larreta, a “disfrutar de la presentación de Soledad, Cristóbal Fones y Los Juncales”.

Soledad, es Pastorutti, la Sole, la niña prodigio del folklore devenida en producto del mainstream hace rato, que ya es conocida por todos. Los Juncales son una formación joven de un folklore- canción de fácil consumo, sin sorpresas ni compromisos. Ahora bien, el artista internacional invitado, el chileno Cristóbal Fones, no tiene desperdicio. Voy a evitar los juicios de valor sobre su arte. Promocionado como sacerdote jesuita y destacado cantautor católico chileno, despierta comentarios como el de Verónica Ortiz que, en youtube, escribió: “Padre Cristóbal, el don que Dios le ha concedido en su mente para componer, las manos para tocar la guitarra y el sentimiento que transmiten las notas musicales son uno solo. Que Dios, en su infinita Misericordia, le siga colmando de Gracia y Santidad para, así, poder llegar a todas las familias del mundo entero. Un abrazo en Cristo Jesús”.

La promoción del encuentro informa que “en el escenario, también, se presentarán espectaculares shows: como el coro Joyful Ensamble Gospel y una meditación en vivo de la mano de Ram Krishan Singh, de la comunidad Sikh Dharma en Argentina”. Y continúa: “Comunidades africanistas, budistas, islámicas, católicas, cristianas, hinduistas, judías, hare krisna, evangélicas, mormonas y muchas otras, tendrán sus stands, que reflejan su aporte a la Ciudad”.

Todo lo podés visitar mientras te comés unas empanadas y unos sanguchitos con nombres difíciles y sabores enigmáticos. Eso que denominan: “la oferta gastronómica diversa”. En paralelo, las viandas para los pibes en los comedores escolares de la Ciudad de Buenos Aires, responsabilidad del propio Rodríguez Larreta, fueron “reperfilados” hacia el hambre y la miseria.

La Argentina es y ha sido un crisol de culturas y creencias, una suma de expectativas, desaciertos y sonidos. Lo sabemos. Que cada uno puede/quiere creer lo que le plazca es una obviedad y la libertad de culto es un derecho constitucional. Está claro. Lo que preocupan son los contextos y las decisiones político-culturales que toma el Jefe de Gobierno de la CABA en su modo candidato.

A nivel local, en el contexto general de crisis, nos alerta la promoción de estos espacios que toman a la música como pretexto electoral y como supuesto vehículo para la construcción de un territorio donde existiría la armonía espiritual. “Fiesta de la convivencia y la hermandad”, promueven sus promotores. Un mundo paralelo de equilibrio y festividad, sin clases, ni deferencias sociales, en la que todos nos hermanamos a partir de la llamada conexión espiritual.

Federico Pugliese, director de Cultos de la Ciudad, afirma que estos encuentros dan la posibilidad de compartir la riqueza de las tradiciones religiosas y sus expresiones artísticas. “Nosotros somos promotores en la construcción de una Buenos Aires del Encuentro y trabajamos en pos de una convivencia basada en el respeto, el diálogo fraterno y la acción conjunta”,  define el funcionario.

Si nos permitimos un análisis macro o regional, la avanzada del aparato religioso en su faceta evangélica sobre el campo político es una realidad de pronósticos preocupantes. En una investigación del Centro Estratégico Latinoamericano de Geopolítica (CELAG), titulada Iglesias evangélicas y el poder conservador en Latinoamérica, se afirma que el evangelismo explota políticamente su gran despliegue mediático ayudado de una “gran capacidad económica ligada al aporte-convicción de sus feligreses” y son fervientes “defensores del neoliberalismo y la sociedad de consumo”. El caso de Jair Bolsonaro, en Brasil, es el más dramático y palpable. La influencia del evangelismo en la Argentina, por caso, es menor, pero viene en ascenso. Los programas con pastores evangélicos apocalípticos en canales de aires y cable y los cines convertidos en templos no nos dejan mentir. El oficialismo nacional, también, trazó vínculos con los evangélicos, no solo en actos públicos, sino, también, pretendiendo capturar el llamado voto celeste. Bajo el paraguas Celestes por el Cambio, el macrismo lleva como candidatos a diputados nacionales a dos referentes evangélicos: Dina Rezinovsky, en la CABA, y Gabriel Mraida, en la Provincia de Buenos Aires. Defensores de las dos vidas y con el apoyo ferviente de los evangélicos y sectores conservadores de la Iglesia Católica, el Frente NOS fue una de las grandes sorpresas de las PASO que, con la dupla Juan José Gómez Centurión-Cynthia Hotton, obtuvo el 2,63% de los votos. Amalia Granata, diputada electa por Santa Fe, y el salteño Alfredo Olmedo, son la cara más patética de este fenómeno político-espiritual.

Seguir leyendo las páginas de Disfrutemos BA se hace difícil. El Encuentro que ocupa el encabezado de la tapa de la publicación, como estrategia electoral, es tibia, balbuceante, si se la compara con la impactante campaña #SiVosQuerés que, a ritmo de cumbia, copó las calles porteñas y las redes sociales. Sin embargo, el encuentro músico-religioso-gastronómico apunta a reforzar el gesto cambienista de la no política y la buena onda. Resalta el ancho camino donde se manifiestan las necesidades concretas y los anhelos existenciales. Sabemos que, cuando crecen las privaciones, intentan imponer las respuestas mágicas: contra el frío y el hambre –nos dicen- no hay nada mejor que el alimento espiritual y la cobija de la fe.


Mariano Lalo Ugarte es periodista, gestor cultural y coordinador del Área de Música del Centro Cultural de la Cooperación Floreal Gorini

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