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Mauricio Kartun: “El arte es siempre una especie de mirada anormal y el poder es el creador de la norma”

Entrevistamos al dramaturgo y director teatral Mauricio Kartun, en relación a su nueva obra La vis cómica. Esta trata sobre la inefable compañía teatral de Angulo el malo, que desembarca en la Buenos Ayres virreinal, embarrada y contrabandista, buscando nuevas plazas para su repertorio. Pero, no hay corral de comedias en la ciudad, la plaza no es pública y otro elenco de indecorosos improvisados acapara la tolerancia del Cabildo. Los artistas, en las entretelas piojosas de una corte de oropel. Todo, en cinco jornadas y contado por un perro dramaturgo. Mauricio Kartun toma de El Quijote a la funambulesca compañía y a su director Angulo. Y de las comedias ejemplares cervantinas a Berganza, su perro farandulero, para mirar a su través ese vínculo, a menudo ruinoso, entre los artistas y el poder.

F: ¿Qué significa La Vis Cómica y por qué elegiste ese nombre para la obra?

K: La fuerza cómica, la capacidad natural de algunos de hacer reír. Gran poder. Un término, ahora, en desuso, que se repetía mucho en mi casa todavía cuando yo era pibe. Fulanito tiene la vis cómica. Me gusta su anacronismo. Y lo que nombra, claro.

F: ¿Cómo fue el proceso creativo de escribir, por un lado, y, luego, ensayar y montar La Vis Cómica?

K: Como en la mayoría de mis procesos: escribo olvidando que voy a dirigirla, no pienso nunca resoluciones escénicas durante la etapa de la dramaturgia. Creo en la dirección como en el desafío de resolver, desde su lenguaje propio, los problemas que plantea un texto en el suyo. Y de crear una nueva forma de dramaturgia en el espacio y en los cuerpos. Complementaria, pero de signos y, a veces, de discursos diferentes a la escrita. Y, cuando dirijo, dejo aparecer otros sentidos, otras expresiones. Tiene algo de escribir en una lengua y, luego, traducirlo. Siento que es la única forma de sostener la creatividad en los dos lenguajes, que aparezcan esas sorpresas que lo serán, después, para el espectador

F: Es un texto de alta complejidad, ya que juega mucho con el lenguaje y con modismos de la época, ¿cómo fue, para los actores, trabajar con el mismo?

K: Sí, les quemó la cabeza, con esta manía de crear jergas. Difícil de estudiar, como siempre. Pero, facilitado por el largo tiempo de ensayo, seis meses de mucha intensidad. Y por cierta voluntad que intento, siempre, en mis textos: que tengan entidad coloquial, oral, que funcionen en ritmos orgánicos a la boca de los actores, que les permita jugar musicalmente con ellos.

F: La obra utiliza el recurso de la autoreferencialidad y de la metateatralidad, ¿escribiste pensando en tus propias experiencias como artista y en tus colegas?

K: No lo pensé, pero, aparece. Inevitable. Estamos mirando, siempre, alrededor cuando escribimos teatro. No hay otros modelos que los que hemos conocido. Hay, en esta obra, mucho de mis experiencias y de personajes con los que el teatro te cruza, claro. Como siempre: los que has disfrutado y los que padeciste.

F: La obra habla de una compañía teatral que desembarca en el virreinato del Río de la Plata, ¿creés que sigue vigente, actualmente, una mirada europeísta en la estética actual del teatro argentino?

K: Cada vez menos.  El teatro argentino, especialmente el de las generaciones más recientes, ha entendido, en el cuerpo, la idea de crear nuevas convenciones como camino de la experimentación y ha ido cobrando, con ellas, una identidad muy fuerte en eso, ha desarrollado lenguaje. Escuchaba, justamente, hace unos días en Madrid, a unos actores hablar del teatro “a la argentina” y pensaba en esa personalidad.

F: ¿Cuál es, para vos, la relación que deben mantener el arte y la política?

K: Deber no se deben nada. A los creadores, que en su día a día, tienen a la política como preocupación le resulta difícil dejarla de lado y aparece en su producción. Es una actividad humana y, como tal, estará siempre sobre los escenarios que la piensan. Distinto es si nos planteamos su relación con el campo político del poder. Por propia naturaleza, el arte es, siempre, una especie de tercer ojo, de mirada anormal y el poder es, justamente, el creador de la norma. El poder le reconoce al arte su condición comunicadora, pero, cuando lo ve desbaratar códigos lo padece y nunca sabe muy bien cómo integrarlo. El artista jode en toda institución. Por eso, te corren como adorno de una mesita a la otra. Desde el poder se lo pretende, siempre, al artista en dos únicos roles: como pregonero, difundiendo sus virtudes, o como verdugo, atacando a sus detractores. De ahí la eterna dicotomía: apocalípticos o integrados. Mi obra La vis cómica habla, entre otras cosas, de ese asunto.

F: ¿Pensás que la cultura y el arte deben estar fomentados por políticas públicas?

K: La cultura las necesita, como la educación y la salud. La cultura es la gran súper estructura de todo lo demás, la gran amalgama. Y la construcción de una idiosincrasia frente al afuera, nuestra presencia virtual fuera del territorio. Es el carácter de un país. Y la puerta de entrada al saber, además. Y, en ese sentido, es previa e imprescindible para inducir una educación orgánica. Invertir en cultura es invertir en futuro.

F: Ahora, que todo parece estar manipulado por los medios masivos de comunicación y que existen estos coaching actorales para políticos, ¿creés que la realidad supera a la ficción y, de ser así, a qué mecanismos debe recurrir el arte para denunciar tanta falsedad?

K: Ese es otro tema que tomo en La vis cómica: el concepto de verdad, en la política, desplazado por el de verosimilitud. La aceptación de la política como género de ficción, en el que aceptamos no a quién demuestre más verdades, sino, al que resulte más creíble. Es un proceso siniestro. Y no hay otra manera de impugnarlo que señalarlo, que mostrar, cada vez, sus mecanismos.

F: ¿Creés que el teatro es el arte del trabajo colectivo?

K: Al menos uno de ellos, como lo son, también, el cine y la danza. Lo interesante de estas artes es la constitución de un espacio de creación común y retroalimentada, enfrentando al mito propietario del genio individual. La creación como acto cooperativo. Un concepto precioso y, especialmente, contracultural.

F: ¿Cuál pensás que es la función del arte y, específicamente, del teatro en la actualidad?
K: El mismo de toda su historia: crear sobre la vida un punto de vista alternativo, desde el que mirarnos, pensarnos y entendernos. Una escalera con la que llegar al techo de nuestros enrarecidos laberintos conceptuales y salir a la terraza a respirar. No te saca de ellos, pero, te permite volver a recorrerlos, adentro, con una mirada abarcadora y habiendo inspirado el aire reparador de afuera.

F: ¿Cómo viviste y viste estos cuatro años de políticas neoliberales, con el gobierno de Mauricio Macri en nuestro país?

K: La misma mezcla de rabia y tristeza de muchos. Ni como neoliberales fueron buenos, chocaron la calesita y nos dejaron una deuda impagable. Cuatro años mirando, cada día, el retroceso.

F: Con los últimos hechos ocurridos en América latina, ¿creés que descolonizarnos sigue siendo una materia pendiente?

K: El concepto descolonización ya no es el mismo que aquél que aprendió mi generación. O no lo son, al menos, los mecanismos posibles de liberación de esa carga que imaginábamos entonces. Si hasta las palabras colonia e imperio suenan viejas. Pero, la dependencia sigue estando allí, siniestra. Y cuando creías que ya no había lugar para las derechas duras, el imperio te acomoda a un Bolsonaro. Y cuando pensabas que los Golpes de Estado habían perdido posibilidad, pasa lo de Bolivia. No sé cuál es el margen que nos da, hoy, la economía global para esa descolonización, ni la forma que tendría, pero, que sigue pendiente no hay duda.

La vis cómica    

Autor: Mauricio Kartun

Elenco: Mario Alarcón, Luis Campos, Cutuli y Stella Galazzi

Diseño de vestuario y escenografía: Gabriela Aurora Fernández

Asistente de escenografía y vestuario: Agustina Filipini

Diseño de sonido: Eliana Liuni

Diseño de iluminación: Leandra Rodríguez

Dirección: Mauricio Kartun

Las funciones se realizan de miércoles a domingos a las 20.30hs., en la Sala Cunill Cabanellas del Teatro San Martín, Av. Corrientes 1530, CABA.

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